Dieta para la colitis ulcerosa
El tratamiento dietético en una persona que sufre CU es de suma importancia, ya que un buen estado nutricional hace que mejoren las defensas del organismo, la tolerancia a la medicación, la cicatrización de las posibles úlceras y posibilita que los síntomas de la enfermedad no se agraven.
Durante el brote agudo se debe llevar a cabo una alimentación de fácil digestión en la que se excluyan los alimentos ricos en fibra como cereales integrales, algunas verduras y frutas, así como frutos secos; y los alimentos flatulentos como es el caso de las legumbres.
Es importante también llevar a cabo una dieta pobre en grasa de baja calidad, para lo que habrá que evitar alimentos fritos o rebozados, guisos y estofados grasos, salsas con exceso de grasa, así como productos de pastelería y bollería, aunque en algunos casos se debe valorar el uso de triglicéridos de cadena media de fácil digestión. En esta situación la ingesta excesiva de lactosa, fructosa y sorbitol puede producir dolor abdominal tipo cólico, gases y diarrea. Es importante tener en cuenta que la dieta ha de estar exenta de lactosa en aquellos enfermos que presenten intolerancia y además será baja en gluten. No obstante, si el paciente tolera la lactosa es importante no retirar los lácteos ya que son fuente de vitamina D, calcio y proteínas. A medida que los síntomas del brote vayan remitiendo, se podrán ir introduciendo nuevos alimentos. También es importante mantener un adecuado equilibrio de líquidos y electrolitos para evitar la deshidratación que puede causar la fiebre o la diarrea, mediante la administración de sueros de hidratación oral, caldos, sopas, infusiones, agua de limón o agua de arroz. Además, se debe asegurar el aporte de 1,5 g /prot/kg para favorecer la cicatrización de las ulceras.
Durante la fase de remisión, una dieta personalizada es fundamental, así como llevar a cabo una valoración nutricional previa ya que se pueden presentar intolerancias alimentarias y las necesidades serán diferentes. Además, hay que tener en cuenta la importancia de la educación nutricional para que el paciente pueda reconocer aquellos alimentos que le provoquen síntomas, siendo muy útil la utilización de diario alimentario.
Una dieta rica en antioxidantes y de alto valor nutricional estaría justificada como hábito de vida saludable y moduladora de la inflamación. De hecho, una dieta alta en carbohidratos refinados, grasas saturadas y baja en fibra y vitaminas han sido asociadas a mayor riesgo de CU. Por esta razón, hay que evitar el alcohol y los alimentos procesados ricos en sal, azúcares, grasas de baja calidad o aditivos.
No se aconsejan las dietas restrictivas que puedan afectar aún más el estado nutricional. El uso de la dieta FODMAP (baja en los oligosacáridos, disacáridos, y monosacáridos y polioles) podría ser útil en algunos casos y debe realizarse bajo la supervisión de un dietista especializado que evite las posibles carencias y asegure la presencia de alimentos con almidones resistentes y fibra que actuarán como prebióticos.
El butirato, propionato y lactato son ácidos grasos de cadena corta producidos en el colon como resultado de la fermentación bacteriana de la fibra dietética, por especies de los géneros Bifidobacterium, Eubacterium y Lactobacillus. Uno de los rasgos característicos de estas sustancias es su efecto antiinflamatorio. El aumento del consumo de fibra dietética y/o almidón resistente se relaciona con la producción de ácidos grasos de cadena corta. Asimismo, el uso de probióticos como VSL#3 (que es una combinación de ocho probióticos) induce y mantiene en remisión la CU.
En relación a la suplementación nutricional es fundamental para quienes presenten desnutrición, o durante periodos de poca ingesta oral, así como recuperación de vitamina B12 para quienes tengan una deficiencia. Los pacientes en tratamiento discontinuo con corticoides precisarán calcio y vitamina D. Los pacientes con enfermedad inflamatoria intestinal (EII) tienen más riesgo de osteopenia y osteoporosis, por lo que hay que vigilar de manera rutinaria la concentración de 25-OH vitamina D (calcidiol) y la densidad ósea. También requerirán suplemento con vitamina D los pacientes que reciben tiopurinas. Para los casos de anemia ferropénica crónica, se debe administrar hierro por vía parenteral (ya sea en inyecciones intramusculares semanales o administración de hierro intravenoso) si no se tolera el hierro por vía oral.
El uso de glutamina y cúrcuma, se encuentran en estudio y podrían favorecer a la reparación de los enterocitos.
Por último, la reducción del estrés o el mejor manejo del estrés pueden mejorar los síntomas o el enfoque de los pacientes con respecto a su enfermedad. La terapia psicológica puede ser útil, y es fundamental prestar atención a la enfermedad psiquiátrica concomitante. El trabajo en equipo de gastroenterólogo, dietista-nutricionista y la terapia psicológica, favorecen el pronóstico y la salud del paciente con colitis ulcerosa.