En la revista Crecer Feliz de este mes de mayo, podéis leer un artículo en el que se habla sobre la introducción de las proteínas en la alimentación de los bebés (6-12 meses) y en el que aparece como asesora nuestra compañera Júlia Farré. En este caso, ha habido un error ya que el artículo que envió nuestra compañera no fue publicado y fue sustituido por el que podéis leer si pincháis la imagen. Este último contiene varias imprecisiones que queremos matizar:
- En el artículo hablan de que las carnes rojas no se deben dar hasta los 5 años y, en cambio, incluyen la ternera desde los 6 meses y el cerdo y el cordero desde el año.
- Citan como alimento “la ternera blanca”, la cual es ternera joven pero sigue siendo carne roja y puede dar lugar a mal entendidos.
- La ración que proponen de 50-70 gr es excesiva para un bebé. Tienen que empezar por 30 gr. Decir que las carnes que citan son digestivas también es erróneo.
- Decir que una vez que empieza a masticar, hay que darle hamburguesas y albóndigas en trocitos muy diminutos es incorrecto. Si mastica, hay que darle trozos normales y que aprenda el bebé a romperlos y masticarlos. No hay que darle trozos del tamaño de un adulto pero tampoco trocitos diminutos.
- En el artículo hablan sobre el jamón York, diciendo que es más graso de lo que pensamos y que se debe de dar a partir del año. El jamón York es un producto bajo en grasa y se introduce con el resto de las carnes. Las papillas de Nestlé para niños de más de 6 meses incluyen jamón York entre su composición.
- Tampoco se debe decir que las carnes rojas son difíciles de digerir, elevan el colesterol y que tienen un sabor fuerte porque están alarmando a los padres, además de ser erróneo totalmente.
- En el consejo práctico que dan, hablan sobre el rechazo del bebé a un puré que incluye un filete entero, cantidad del todo inapropiada para un bebé.
- Por último, el consejo final que se da de no dar más de dos huevos a la semana para prevenir el colesterol carece de toda base científica.
A continuación publicamos el artículo original de Júlia Farré, dietista-nutricionista de Alimmenta, que debió de servir de base para la elaboración del artículo final.
La alimentación durante la infancia es muy importante. Las necesidades de muchos nutrientes son elevadas y si no se llega a las cantidades recomendadas pueden aparecer alteraciones y desequilibrios importantes.
Las proteínas son las moléculas que se encuentran en mayor cantidad en las células humanas. Tienen una función estructural muy importante, son los “ladrillos” que constituyen el cuerpo (órganos, músculos, etc.).
Las principales fuentes de proteína durante la infancia son los lácteos (leche, queso, yogur), las carnes, los pescados, los huevos, las legumbres y los cereales. Durante las etapas de crecimiento la OMS recomienda que el 65% de las proteínas sean de origen animal (lácteos, carne, pescado, huevos) y el 35% restante de origen vegetal (legumbres y cereales).
Por lo general, las dietas de los niños acostumbran a ser ricas y suficientes en proteínas. Únicamente hay peligro de carencia proteica en niños que siguen una dieta vegetariana estricta no controlada por un profesional o en casos de alergias donde los alimentos permitidos se vean muy disminuidos.
La ingesta diaria de proteínas es necesaria para realizar muchas funciones dentro del organismo:
- Enzimática: Las encimas están formadas por proteínas y son las responsables de que se puedan realizar las reacciones bioquímicas del cuerpo. Por ejemplo, la reacción necesaria para digerir un azúcar.
- Reguladora: Las proteínas activan las funciones y la actividad de las células.
- Transporte: Algunas proteínas del organismo tienen la función de transportar sustancias por la sangre. Por ejemplo, el oxígeno viaja por el cuerpo gracias a las proteínas.
- Estructural: Las proteínas son necesarias para la formación de nuevos tejidos que permitan mantener un buen tono muscular.
- Defensiva: Las defensas del cuerpo son proteínas. Una buena ingesta de proteínas aumenta la inmunidad del niño.
- Energética: Las proteínas deben aportar entre un 12-15% de la energía que el niño consume a lo largo del día.
La manera de introducir las proteínas debe ser la misma que con los demás alimentos. Con poco a poco y con naturalidad. Hay que acostumbrar a los niños al sabor de los alimentos con las papillas y posteriormente a las texturas cortando los alimentos a trocitos pequeños y dejando que los coman con las manos. Uno de los principales motivo de rechazo de los alimentos es no dejar que los niños los toquen, aplasten, jueguen y se ensucien que ellos.
Si algún alimento no les gusta hay que buscar de qué manera lo pueden comer, no rendirse y persistir. Buscar maneras para “camuflar” los productos y los sabores, por ejemplo con triturados, salsas o rellenos.